viernes, 4 de marzo de 2011

MANZANA DE CARAMELO



El mayor éxito en playoffs de los New York Knicks en los últimos años, data de la temporada 98-99. Aquel equipo correoso y peleón, que jugaba al son del amarrategui blues de Jeff Van Gundy, logró la machada de alcanzar la final de la NBA, habiéndose clasificado octavo de su conferencia en aquella campaña regular del lockout. A partir de ahí, el inicio de una larga travesía por el desierto para los Knickerbockers.


En ese verano de 1999, más al sur, en la ciudad de Baltimore, se comenzaba a hablar de un pequeño base del equipo de basket del Towson Catholic High School., que había crecido trece cms., en pocos meses.
Un proyecto de all-around player con el manejo de balón de un base, la muñeca de un escolta y el cuerpo de un alero.

Los colegas de su barrio, un lugar conocido como la farmacia, le apodaban Little New York. Su madre le llamaba Carmelo.

Años atrás, el pequeño Carmelo Kiyan Anthony, junto a sus cuatro hermanos y su madre Mary, se habían trasladado desde Nueva York a la zona oeste de Baltimore. En aquel entorno de drogas y violencia, Melo se agarró al balón de baloncesto como única vía de poder ayudar a su familia.


Y ese balón le llevó de nuevo a New York. Con dieciocho años, cuando todas las universidades del país tocaron a su puerta, Anthony no dudó. Quería jugar con los Orangemen de la Syracuse University, NY State.


En su año de novato, bate el record de anotación para un freshman en el torneo universitario y se consigue, por primera vez en la historia de Syracuse, el título de la NCAA.


De ahí a la NBA y a Denver. En estas siete temporadas, pese a consolidarse como una estrella de la liga, a nivel global, sólo una final de conferencia y la sensación de que con los Nuggets había tocado techo.


El nacimiento de su hijo Kiyan, y la muerte de su hermana Michelle, marcan su paso a la madurez y el dejar atrás peleas en partidos, detenciones por posesión de drogas y conducir under the influence, una medalla olímpica lanzada al río Patapsco, los corn rows y las malas compañías heredadas de sus tiempos en la farmacia.


Decide marcharse y llevarse su talento, una vez más, a Nueva York. En su camino, la amenaza de un nuevo lockout, los cantos de sirena de New Jersey y unos Nuggets, que no querían seguir el ejemplo de Cleveland y Toronto que habían perdido a sus máximas estrellas el verano anterior a cambio de nada, y que ahora transitaban por las catacumbas de la NBA.


Tras varios meses de negociación, el melo-drama concluye, con Carmelo formando parte de la estirpe de los Knicks.  Frente a los rublos de Mikhail Prokorov, magnate ruso actual dueño de los Nets, y pese a que en la temporada 2012, el equipo dejará New Jersey, para desembarcar en su Brooklyn natal. En Anthony ha pesado más el embrujo del Madison, el emular a su ídolo Bernard King y el poder jugar playoffs desde su primera temporada.


De la mano de Carmelo, también llega Chauncey “Mr. Big Shot” Billups, jugador veterano pero que puede mirar a los ojos a cualquier base que se le cruce, para unirse a esa tormenta desatada que es Amar’e Stoudemire, en un nuevo Big Three.


El regreso del hijo prodigo a casa, les ha costado a los Knicks el tener que enviar a Denver a tres titulares (Felton, Chandler y Gallinari) más un jugador importante en el puesto de pívot (Mozgov).  Billups aparte, está por ver si los nuevos jugadores que reciben (Balkman, Carter, y Williams) son útiles para un entrenador de perfil tan definido como Mike D’Antoni, y si hay tiempo para que este equipo cuaje antes de playoffs.


Anyway, nadie les exige un anillo inmediato. Los fans se conforman con que el basket vuelve a Nueva York, la confirmación de que concluye la travesía por el desierto y la ilusión de ver a Melo deslizarse sobre la cancha del Garden.



Como cantaba Notorious B.I.G., otro ilustre nacido en Brooklyn: Sky is the limit and you know that you can have what you want, be what you want if just keep on pressin on.

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